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Una experiencia política local: el ‘fenómeno PIM’ y Villalbilla / Por Antonio Campuzano

Una experiencia política local: el ‘fenómeno PIM’ y Villalbilla / Por Antonio Campuzano

Cada cuatro años, con la regularidad estacional de las Olimpiadas o del Mundial de fútbol, aparece en el firmamento político del corredor del Henares lo que bien pudiera conocerse como el «fenómeno PIM». El acrónimo PIM responde a Plataforma Independiente Municipal, que es una organización política con vocación local y que se expande desde hace dos décadas por el vasto territorio de Villalbilla, compuesto por una decena de núcleos de población separados el más cercano del más alejado por una distancia de 12 kilómetros. Ese gran carajal de personas y cosas necesita de un orden y un concierto para proporcionar una convivencia razonablemente humana entre rentas, aspiraciones, gustos, apetencias, historia y memoria, para que no se produzca ni por lo más remoto algo parecido a un “procés” en pleno centro del Estado español y su Madrid como “rompeolas de todas las Españas”.

Pues bien, esa tarea de armonización pasa cada cuatro años por el tamiz nada despreciable de unas elecciones. Y ahí aparece la PIM como una recurrente pesadilla para el resto de competidores, que después de perder en sano litigio urnas mediante, parece que solo pueden aspirar a volver a perder. Llegará un momento en que esto cese, pero nadie advierte esa fecha en el calendario. Solamente una vez se quebró en dos décadas la tendencia y fue en 2007, cuando la concatenación de unos políticos mediocres, unos del PP y otros del PSOE, produjo el cultivo de la mercancía inmoral con decoración de la plaza pública de trajines tránsfugas con aparición en medios de comunicación de distintas desvergüenzas. Villalbilla, ese pueblo de fragmentación territorial tan acusada, sufrió el oprobio del desgobierno forajido. Pero en 2011 la flecha recobró su trayectoria de lanzamiento hacia el objetivo de la mayoría absoluta. El trabajo y los tribunales se encargaron de la corrección y la expurgación de los males y aflicciones.

Desde 2011, en cada consulta este excepcional dispositivo encaminado al gobierno de este pueblo activa sus mecanismos para ganar con renovada solvencia. Ahora, ha mantenido esa mayoría absoluta pero superando la mitad de los votos en disputa para llegar a la frontera del 52 por ciento. Ese equipo independiente se nutre aproximadamente de una alineación y cantera de treinta personas que pueden ocupar cargos elegibles. Al frente de esta organización se encuentra el alcalde Antonio Barahona, más cerca de los setenta que de los sesenta años, jubilado con sustento económico en la sacrosanta Seguridad Social, sin retribución que suponga nómina. Gusta de la reunión en sus filas de profesionales crecidos en ramas de IT (tecnología de la información), educación, redes sociales. Dícese que en su despacho existe un invento tecnológico que marca en tiempo real las entradas y las salidas de la economía municipal, como si se tratase de inversor con mútiples carteras a su cargo. Servicios, urbanismo, deporte, son los elegidos para su preocupación diaria. Otras magnitudes requieren de atención de otras instancias comunitarias.

La oposición ha ensayado diferentes fórmulas que se han demostrado fracasadas cuanto más tensión fuerzan contra el automatismo de la máquina. La derecha, PP, CS, y la izquierda (Somos, sucedáneo de Podemos, y Psoe) han perdido hasta el momento gran parte de su potencial al creer que el gobierno solo requiere de oposición e iconoclastia, haga lo que haga, instruya lo que instruya, planee lo que planee. Pareciera que todo el bloque opuesto a PIM, derechas e izquierdas, se apilasen en un solo volumen para llevar la contraria en todo aquello que se piense o manifieste. ¿Y si resultase que fuese más inteligente e incluso cómodo acercarse a una fuerza que solo obtiene mayorías aplastantes? ¿ Por qué la funesta manía de la oposición? El ejercicio de oposición con guarnición de consenso cerril y anti natural solo produce monstruos que cada cuatro años se representa con vocación de costalera redundancia, que soporta la derrota electoral con un estoicismo que no viene a cuento: la oposición por la oposición. A veces incluso se recurre a la amenaza del manguerazo abundante sobre el césped (un amago de judicialización por aquí, un guiño de demanda por allá).

Como dice el maestro Rafael Sánchez Ferlosio, en Campo de retamas: “moral moral, la única que querría uno ya tener a estas alturas es la del Alcoyano”. Al pelo viene sobre la oposición irracional. El interés informativo lejos de nuestras latitudes lamentablemente se concentra en los campos de lavanda en Brihuega, la campaña del Getafe en Primera División, o el misterio de la PIM en Villalbilla.