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Viejo capo. Josh Rouse

Botas desgastadas, pantalón ajustado y camisa vaquera. El viejo look de Dylan. Así apareció anoche Josh Rouse en el escenario de la Sala Ego.

Josh suena a banda sonora; suena a viajes en coche por carreteras interminables, y a tardes de invierno con sol y chimenea. El concierto arrancó con Jr Worried Blues, una declaración de intenciones de lo que el público se va a encontrar en The Embers of Time. Un disco con más luz que los anteriores, pero sin cambiar nada de la raíz. Suena a Josh Rouse. Al bueno, al de 1972 o Súbtitulo, dos obras maestras del estadounidense.

Fue una noche mágica. Un concierto desnudo, sin aditivos ni colorantes, sólo aderezado con dos guitarras, armónica y batería. La gente disfrutó, sobre todo, cuando Rouse decidió concluir el show en mitad de la sala, entre la gente. Susurrando las canciones en el oído de los presentes, como si estuviese en el salón de casa.

Josh Rouse. Un artista que puede descubrirse desde el primer al último disco, sin orden cronológico. Merece la pena conocer la vida y obra de un artista que con su bandera pirata al hombro decidió hacer música para cauterizar sus heridas y las de la gente. Un artesano del oficio que se ha ganado la etiqueta de ser un viejo capo de la música.

Viejo capo – por Saúl Quijada