Cada semana conocemos curiosidades e historias de Alcalá de Henares de la mano de la historiadora María Jesús Vázquez Madruga
1599: ANNUS HORRIBILIS
Verdaderamente fue horrible ese año en Alcalá. Ese, y parte del anterior. Porque todo comenzó en septiembre de 1598, con una enorme riada que hizo que el invierno comenzara con más de 300 vecinos sin casa, porque se hundieron su hogares. Naturalmente, se arruinaron las más humildes, de una sola planta baja y de peor construcción. Fueron tantas las pérdidas que se estimaron en unos 200.000 ducados, una millonada para la época, bueno en realidad, para cualquier época.
Pero no sólo las casas quedaron ruinosas y/o muy dañadas, la propia muralla, las zanjas y los desaguaderos que circundaban la villa, amén del ganado y las cosechas sufrieron grandes pérdidas.
Tanto fue el daño sufrido que el 6 de enero de 1599 se emite una Real Orden imponiendo un arbitrio –impuesto- sobre los productos alimenticios “los efectos de comer en lo menudo” exceptuando el pan, que era casi lo único que muchos podían comer.
Esta Real Orden era muy especial porque, teniendo en cuenta que los pertenecientes al estado noble, no pagaban impuestos, en esta ocasión se incluían todos, ellos también: “que contribuyan los de qualquier estado” dice la R. Orden. Así, se recaudaría para reparar murallas, zanjas, etc, todo lo posible.
Los de cierta edad recordarán que el Henares solía salirse de su cauce regularmente en épocas de lluvias e inundaba no sólo la ciudad, sino también sus campos. Son muchos los datos que se encuentran en el Archivo Municipal, en el AGA o en el Archivo Histórico Nacional al respecto. Por no alargarme demasiado, citaré la de 1880 que fue tan brusca que rompió el caz de varios molinos.
Pero volvamos a 1599. El año continuó con una terrible epidemia de peste, lo que produjo un importante descenso de la población. Una de las muertes que pude documentar fue la de Juana Martínez de Angulo, impresora descendiente de una familia de impresores de larga tradición en nuestra ciudad. Aumentaron los niños abandonados o expósitos, a las puertas de los conventos e iglesias por falta de alimento y las autoridades tuvieron que repartir trigo del pósito para que al menos la población tuviera algo que llevarse a la boca en tiempos de tanta penuria. Como es lógico, la ciudad tardó varios años en recuperarse de tanta desgracia. Hasta la siguiente riada y/o epidemia.
Firma: María Jesús Vázquez Madruga. Foto superior: Río Henares.
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