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Curiosidades de Alcalá: la Calle del Empecinado y su entorno / Por Mª Jesús Vázquez Madruga

Curiosidades de Alcalá: la Calle del Empecinado y su entorno / Por Mª Jesús Vázquez Madruga

LA CALLE DEL EMPECINADO Y SU ENTORNO

Un paseíto por el centro menos visitado de Alcalá de Henares.

En la Edad Media, El centro neurálgico de Alcalá era la iglesia de los Santos Justo y Pastor. Pero no existía una plaza amplia con su Casa del Concejo como era costumbre en la mayor parte de las poblaciones. El espacio que comunicaba la actual calle del Empecinado con la de San Felipe y el cruce con la calle Mayor, era la plaza que llamaban de la Picota. Si, a espaldas de la iglesia. ¿Raro, no?

Y a su espalda también, estaba la calle de las Berceras, (porque era donde las mujeres vendían las berzas) luego se llamaba de las Carnecerías (porque era donde estuvieron las cernecerías municipales medievales) y luego “la que va a la Puerta del Vado”. Hoy, esos tres tramos se denominan Empecinado. ¿No es curioso? Que la iglesia más importante no tuviera delante o, a su lado al menos, una plaza. Raro sí es.

La calle del Empecinado y las de su entorno: Santa Mª La Rica, Cárcel Vieja, Damas, Santa Catalina… fueron el centro neurálgico de la, por entonces villa, de Alcalá en la Edad Media.

Y es que en esa zona estuvieron los primeros hospitales benéficos, el Pósito municipal, la Casa del Concejo (que en un principio fue alquilada a un vecino en la plaza de la Picota) la Cárcel Arzobispal, que era la del Concejo, la Casa del Común de Villa y Tierra, (que bien ha documentado Gustavo Chamorro en la calle de las Damas) las Carnecerías municipales y la Pescadería, ambas reguladas por las autoridades concejiles y también  una serie de casonas y palacios de la pequeña y no tan pequeña nobleza, como el de los Mendoza, hoy Huerto de los Leones, el de don Carlos de Mendoza, hoy convento de Dominicas de Santa Catalina de Siena y  otros de los que aún quedan sus fachadas de grandes dimensiones y sus escudos nobiliarios.

Pero cuidado, no confundir con los escudos, que un constructor moderno que muchos conocen, puso sin permiso, en la fachada de alguno de sus edificios, por ejemplo, al inicio de la calle de las Damas en la acera izquierda, frente al Centro de Mayores de dicha calle, o el que podemos ver en plena plaza de los Santos Niños, justo en la casa que hace esquina con la calle de los Escritorios, casi al lado de la concejalía de Urbanismo, que es la que se debería ocupar ¿Quién sinó? De éstas cosas. No sólo son falsos, sino ilegales en cualquier lugar y más en una ciudad patrimonio de la humanidad. Ahí siguen…

Escudo sólo tienen los nobles por concesión Real. Los demás, entre los que se encuentra el susodicho, no tenemos título nobiliario ni, por tanto, escudo. Porque tener apellidos no implica tener escudo, aunque algunos hacen buen negocio de ello.

Sí que hubo algunas casas nobles en la actual calle y plaza de la Victoria, al menos seis; como la de la familia Torres de la Caballería, la de doña Juana de Mendoza que fue colegio de las Santas Justa y Rufina –hoy dependencia municipal- que todos llamamos Casa de los Lizana, o la de los Santoyo, en cuyo solar se construyó el espantoso edificio de ladrillo rojo pasión de la facultad de Económicas y Empresariales.

A raíz de esto, conviene anotar aquí una pregunta que nos hacemos repetidamente los vecinos del centro histórico:

¿Porqué, las autoridades pueden construir enormes bodrios, derribar lo que se les antoja, cambiar fachadas –como hicieron con la antigua de la casa de Cervantes en la calle de la Imagen, donde eliminaron balcones, ladrillo tradicional, etc- y a los vecinos no nos dejan cambiar una persiana ni tapar con pintura un pintajo de los que tanto están proliferando, obra de descerebrados con esprais?

Por Mª Jesús Vázquez Madruga. Historiadora.

Fotos Google Street