La historiadora alcalaína, María Jesús Vázquez Madruga nos propone de nuevo una historia muy desconocida de Alcalá de Henares
LOS VERA BARNUEVO
Ésta fue una familia muy importante y muy desconocida para los alcalaínos. Por eso hablaré hoy de ella.
Documentada en Alcalá desde el siglo XVI, fueron dueños de El Encín, del que hablaré otro día.
Antiguamente, cuando fallecía una persona, se hacía inventario de sus bienes, para repartir entre los herederos o vender en caso de deudas.
En 1599 testó doña Mª Enríquez de Meneses, viuda de don Sancho de Vera, uno de los mejores testamentos que he podido ver en nuestro Archivo Municipal, y puedo asegurar que conserva muchos.
Porque, contrariamente a lo que piensa la mayoría, las mujeres podían testar y disponer de sus bienes, además de designar albaceas y/o tutores, a no ser que fueran menores de edad.
Dejó 500 ducados a dos sobrinas para que entraran en el convento de San Juan de la Penitencia, y a su hija Francisca lo que deseara para entrar en dicho convento. Y como heredero universal, a su hijo mayor Francisco, a quien dio 1000 ducados para su mayorazgo en 1605, antes de quedar viuda.
Doña Mª era hija de los duques de Estrada de Guzmán, don Gaspar y doña Teresa. Cuando casa con don Sancho en 1577, la carta de dote fue por un valor de diez mil ducados en tierras, casas y ajuar, y la carta de arras, por un total de 3000 ducados, o sea, la décima parte de los bienes de don Sancho.
Por si alguien no se aclara con esto, la novia debía llevar una dote al matrimonio y el novio una cantidad en arras como pago por la virginidad de la novia. –aunque sobre esto habría mucho que hablar – pero volvamos con el dinero:
3000 ducados equivalían a 1.125.000 maravedís, luego los bienes de don Sancho ascendían a 30.000 ducados = 11. 250.000 maravedís. En 1609 fallece don Sancho de Vera y el inventario de bienes que se hace asciende a más de 16 quentos, o sea, 16 millones de maravedís. Así que los negocios no fueron mal durante el matrimonio.
¿Y qué era un mayorazgo?
El mayorazgo era una institución que permitía vincular diversos bienes que se transmitían de generación en generación a través del primogénito de la familia. Esos bienes no podían venderse ni dividirse, pero sí añadir más –casas, tierras, etc– aumentando así el poder de la familia. También podían incluir títulos nobiliarios. Se inician en la Edad Media y serán eliminados en el siglo XIX con la supresión de los Señoríos.
El hecho de que solamente heredara el hijo mayor, hizo que el resto de los hijos tuvieran que dedicarse o bien a la carrera militar o a la eclesiástica, mientras que las hijas únicamente tenían dos salidas: el matrimonio o el convento, eso sí con dote.
Pero las mujeres también podían heredar un mayorazgo y títulos, siempre que fueran hijas únicas, como el caso bien conocido de la princesa de Éboli, o el de la alcalaína doña Ana León Araujo y Rosado, que heredó el mayorazgo de los “Leones” (siglo XVII) que de don Francisco León pasó a don Diego, padre de doña Ana, porque, don Francisco no tuvo hijos, y don Diego solamente a doña Ana.
LAS HIJUELAS
Y hablando de herencias, las hijuelas eran los bienes que tocaban a cada uno de los herederos del difunto. Se incluían en los testamentos y las mujeres podían disponer libremente de sus bienes, de modo que, en muchos casos, beneficiaban a hijas, sobrinas e incluso a criadas, además de obras benéficas o a la Iglesia.
Por María Jesús Vázquez Madruga