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El circo / Por Óscar Sáez

El circo / Por Óscar Sáez

Este viernes el Ayuntamiento de Alcalá celebraba el pleno para aprobar los presupuestos 2016, es decir, el pleno en el que se decide en qué se destinan los impuestos de los ciudadanos, a qué partida va cada euro que recaudan. Casi nada. Pese al cariz tan importante de la cita, la sesión se convirtió en un despropósito desde el principio que acabó con los concejales de la bancada de la oposición abandonando sus escaños. Ésta acusó al Gobierno local de organizar «una pantomima» sin tiempo para preparar el pleno al declararlo por «urgencia» y el Ejecutivo municipal hizo lo propio acusando a PP, Ciudadanos y E2000 de «montar un circo» y «no tener propuestas».

Y las dos partes se equivocaron. No se entiende que el Gobierno local convoque con urgencia un pleno que se podía haber debatido el lunes cumpliendo los trámites de un pleno extraordinario -¿qué pago corre peligro?-, mientras que la oposición podría haber elevado la crítica, por dura que fuera, en sus primeras intervenciones y luego defender sus propuestas y criticar las que no le gustaran después de 10 días con el grueso de las propuestas sobre la mesa.

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Desde el Gobierno local, aseguran que no hubo mala fe, que no se buscó pillar al PP con dos menos hoy -el portavoz Víctor Chacón se casó y está de viaje de novios y la concejal Emmá Castelló está impartiendo cursos de Economía en Stanford-, pero podrían haber tenido el detalle de aplazar el pleno al lunes. Desde la oposición, afirman que están hartos de estar callados ante el trato déspota del Ejecutivo local y es un toque de atención para que el Gobierno local no se crea que puede actuar cómo se la antoje.

Siendo así, ambas partes tienen que reflexionar. La ciudadanía no quiere ver estos espectáculos y quiere ver sus problemas arreglados, que para eso están. Si la oposición pide más atención, el Gobierno local debe escuchar sus reclamaciones y la oposición debe pensar que hay vida más allá del Salón de Plenos y que los ciudadanos pasan de estas broncas que no llevan a nada, más que al ruido. En estos casos y cuando la cosa se enquista, siempre deberían pensar en los 17.000 parados que todos dicen defender y por los que dicen preocuparse. Quizás, pensando en ellos, verían que sus ‘grandes’ preocupaciones pesan poco entre los que no llegan a fin de mes. Les reconozco su trabajo y las horas que dedican. Pero olviden sus ombliguismos y miren más allá de las cuatro paredes del Consistorio.

Afortunadamente, el Ayuntamiento no lo retransmitió por streaming. Una vergüenza que se ahorraron los ciudadanos.

(*) Óscar Sáez es periodista