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El interrogante Ciudadanos / Por Antonio Campuzano

El interrogante Ciudadanos / Por Antonio Campuzano

La estadística electoral se nutre inmediatamente de los acontecimientos, que después proporcionan tendencias, seguimientos, hábitos. Las elecciones catalanas recientes, entre muchas realidades afloradas, ha generado la aparición de Ciudadanos como principal partido de la oferta del 21 de diciembre. Capaz o no de gobernar, su eclosión como principal formación en escaños ha dinamizado otras escalas y ambiciones que no han pasado inadvertidas por los profesionales de los sondeos, aquellos que anticipan con más o menos acierto los resultados que cotizarán después.

Disraeli se desarrolló biológica y públicamente durante todo el siglo XIX, pero sus diatribas contra la estadística eran contundentes. Nada se podía hablar entonces de la profesionalidad en el futuro que se volvería presente en los procesos electorales. Pero el primer ministro inglés recelaba de la estadística. «Hay tres clases de mentiras, la pequeña mentira, la gran mentira y la estadística», así se desquitaba de la presencia de los números y su influencia en la sociedad. Ciudadanos y el fenómeno que entraña da trabajo a los intérpretes de las cifras y su proyección electoral más inmediata.

La palanca de Catalunya parece haber obrado con especial intensidad hacia otras responsabilidades de más amplio arco de acción. Su buen papel electoral en diciembre parece abonar más y mejores premios si se abren las urnas y los horizontes con más amplitud. De tal modo que cuando se disparan unas fuerzas en estos gráficos previsores de acontecimientos, otras formaciones ceden en sus cifras para beneficiar a las primeras.

Pero los experimentos de previsión mantienen una viveza que trimestralmente, un período manejado por los profesionales, mantienen unas tensiones y oscilaciones que no escapan al escrutinio de los mismos. La misma firma, Metroscopia, que ha facturado el extraordinario tirón de Ciudadanos, le dio tres puntos más dos semanas antes del 26 de junio de 2016. La fecha electoral se saldó con esos tres puntos por debajo de la previsión. En solo dos semanas. Igual cabe decir de la explosión en números de Ciudadanos, de octubre a enero, tres meses después, cuando el efecto Catalunya propende ahora mismo a un adelanto emocional de unas elecciones generales que no se va a producir, naturalmente, pero que empujan con la espectacularidad de un ejercicio voluntarista hacia configuraciones mentales aún solo imaginarias.

Y llega el exabrupto de Witold Gombrowizc, en su Diario, cuando también llegan las elecciones, «el más loco de todos los días, ese día en que la voz de un analfabeto cuenta lo mismo que la de un profesor…» Y seguía con el juego de contrarios, los unos y los otros con capacidad de sufragio. Ciudadanos, Rivera, Arrimadas, en el desafío de aquí a las próximas elecciones, en el sostenimiento de esta temperatura, ni más ni menos. Ni demasiada novedad ni demasiada experiencia. La demoscopia, entretanto, trabaja que trabaja, desarrolla que desarrolla. Ricardo Piglia, en su penúltimo Los diarios de Emilio Renzi, » ya el almanaque es es una presión insensata sobre la experiencia porque impone un orden cronológico a una duración que fluye sin ningún criterio». Ciudadanos, constituido en esperanza.

Por Antonio Campuzano