La cota 634 del vertedero de Alcalá de Henares y el RH capitalino

Por Óscar Sáez

Son las 9 de la mañana, las hojas cubren el paseo del río Henares, que baja frío pero abundante como las cifras en la cuenta de un multimillonario. Los primeros rayos de sol se estiran para salir de la cama cubierta de las algodonosas nubes. Un chaval está corriendo, mientras una decena de ciclistas lo adelantan abrigados hasta las orejas. Ya calentarán con las primeras rampas del parque natural. Otro vecino saca a su perro (esta vez sí recoge la caca de su mascota, todo un triunfo).

La impronta es maravillosa. Si ves la escena en fotografia respira tranquilidad, si la ves en vídeo respira naturaleza. Si la ves en directo… Si la ves en directo respira a metano, a un olor insoportable, pútrido, putrefacto, que recorre los pulmones. Más de 30 años acumulando basura, capa a capa hasta alcanzar la cota de 634, la gota que colma el vaso de una paciencia que ya ha sobrepasado todos los límites, sobre todo los vecinos de Nueva Alcalá, que viven junto a zonas naturales protegidas, pero solo pueden disfrutar de ellas con una mascarilla.

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La cota 634 marca el cierre del vertedero, pero todavía no la solución. El Ayuntamiento de Alcala y la Comunidad de Madrid han pedido al Ayuntamiento de Madrid de Manuela Carmena que, mientras se termina de construir la planta de tratamiento de residuos en Loeches, se vierta en Valdemingómez, otro agujero negro medioambiental. Los vecinos de la zona de Vallecas ya han manifestado que bajo ningún concepto van a aceptar que se tiren allí las 220.000 toneladas de residuos que genera la Mancomunidad del Este, aunque sólo sean unos meses. Se esperaba cierta solidaridad entre vecinos, pero parece que va a pesar más el RH de la basura capitalina. Como si el medio ambiente entendiera de fronteras.