La Universidad de Alcalá aproxima al verdadero ‘vampiro’: el ‘strigoi’

La palabra vampiro en el mundo occidental contemporáneo está estrechamente relacionada con el conde Drácula, ese personaje de ficción al que dio vida el literato Stoker, basándose, dicen, en un mítico personaje de la Transilvania del siglo XV llamado Vlad Tepes, ‘el empalador’. Pero Alexandra Chereches, graduada en Estudios Hispánicos por la Universidad de Alcalá y máster de Formación del Profesorado, que recientemente ha disfrutado de una beca Fulbright en la Universidad de Villanova, en Pensilvania, muestra una imagen del vampiro bien distinta. Se trata del ‘strigoi’. ‘En el folklore y la literatura rumanas, se habla de un ser que viene del mundo de los muertos o que, estando vivo, provoca el mal. En algunos relatos, puede chupar la sangre, pero no solo se dedica a eso: atrae las malas cosechas, genera enfermedades y epidemias, quita la leche a las vacas… Está muy ligado a comunidades rurales y boscosas. Es peludo, puede tener ojos claros, cola y, normalmente, suelen ser las mujeres quienes más se ligan a los seres infernales. Para acabar con el ‘strigoi’, el ritual exige su exhumación y, o bien hay que pincharle el corazón con una aguja, para que explote, o también se puede quemar su corazón en una olla nueva. Este ritual genera en nuestra época muchos problemas, ya que a veces los aldeanos quieren desenterrar los cadáveres supuestamente malditos, lo cual conlleva problemas de todo tipo, sin obviar los enfrentamientos con las autoridades’.

En Rumanía, la imagen de vampiro que conocemos ‘está más lejos de la edulcorada que presenta el Drácula de Stoker y mucho más próxima a los mitos populares, más apegados a la tierra y relacionados con las respuestas que el hombre del campo querría dar a los desastres de la naturaleza o a los misterios que su vida encierra’. El concepto de ‘chupar la sangre’ a la víctima también puede estar asociado a quitar la energía del otro para disponer de más existencia. ‘El temor a este personaje maligno es tan grande que hay muchas narraciones populares que contienen trucos para tratar de engañar al vampiro en la tumba e impedirle que regrese a hacer el mal. A veces se recomienda poner piedras alrededor de su tumba para que el ‘strigoi’ se entretenga en contarlas y se olvide de dañar. Otra costumbre es poner estacas o clavos en las extremidades del cadáver para que no regrese’.

Una última curiosidad: dentro del universo de los ‘strigoi’ las mujeres tienen un papel protagonista, pero también hay hechiceras o curanderas que buscan aliviar a las víctimas que sufren por causa de estos seres. Así, ‘se pide ayuda a mujeres que son viudas y sin hijos. De este modo, la curandera capta el mal para ella misma, ya que su condición de viuda y sin hijos hace que no tenga modo de transmitirlo a otros cercanos a ella’.

Los últimos testimonios registrados por Alexandra en Transilvania se producen en un tiempo no superior a 10 años, ‘por lo que podemos indicar que se trata de un fenómeno que perdura en las sociedades más aisladas’.