Este 15 de mayo, San Isidro Labrador, nos lleva a recordar otras épocas de Alcalá. Este año, con crisis sanitaria, y actividades muy reducidas
Dos burros, un campesino con sombrero, por supuesto, y un trillo para que su tarea sea más efectiva. Hablamos de la imagen que recuperamos este año con más nostalgia que nunca. Por motivos de la crisis sanitaria, este año no hay bailes, escenario, rosquillas…Eso sí, con motivo de la festividad de San Isidro, hemos querido recuperar esta imagen hoy día imposible de realizar. Primero, por los árboles, calles, y asfalto que rodean la ermita; pero sobre todo, porque a principios del Siglo XX esa zona no tenía nada que ver con lo que es hoy.
Como vemos en la fotografía en blanco y negro, propiedad de la Universidad de Alcalá, la ermita estaba a las afueras de Alcalá y realmente era una zona que llamaban «las eras» porque estaba dedicada a la producción agrícola. Nada que ver con la imagen en color tomada este fin de semana y en la que, además, vemos parte del escenario instalado con motivo de las Fiestas de San Isidro 2017 en Alcalá.
Respecto a la ermita, estamos ante un edificio muy interesante declarado Bien de Interés Cultural en 1994, pero su origen es del siglo XVII. Fue funda en 1650 por Juan Castillejo en cumplimiento del testamento de Diego Portilla. El terreno en el que se asienta formaba parte de esas «eras de afuera» o «eras de San Isidro», muy próximas al antiguo cementerio de judíos y a la medieval Puerta de Mártires, antes de Guadalajara, y hoy Cuatro Caños.
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La ermita de San Isidro de Alcalá de Henares fue fundada por Juan Castillejo en 1650, sobre un solar próximo al antiguo cementerio judío, fue encomendada a la Hermandad de Labradores. El templo sólo se abría el día 15 de mayo, festividad del santo patrono, fecha en la que se celebraba una romería en las eras de su entorno.
Tras el vertiginoso crecimiento urbano de Alcalá durante la segunda mitad del S. XX, el edificio quedó encerrado entre modernos bloques de viviendas, pasando, en 1967, a ser parroquia de la nueva barriada.
La iglesia tiene planta de cruz griega, con la característica construcción de ladrillo y cajones de tapial. El acceso se realiza a través de un nártex cerrado por tres arcos. El interior sigue la tónica habitual de la arquitectura complutense del S. XVII con una sola nave rematada en cúpula sobre crucero.
En definitiva, un edificio sencillo pero armonioso que, tanto por su buena restauración como por el parque público que lo rodea, se ha convertido en el punto de referencia de esta nueva zona de Alcalá de Henares .
Pero, tal vez, lo más interesante sea el retablo fingido, pintura al fresco que sustituye al original destruido durante la francesada. Obra de Manuel Laredo, autor del cercano Palacio Laredo, está fechado y firmado en 1885. Representa, en audaz perspectiva, una prolongación ideal de la arquitectura de la capilla como si ésta se rematara en ábside semicircular. En el centro del espacio virtual, un tabernáculo cubierto por cupulín elíptico, todo ello imitando mármoles y jaspes y bajo él la Inmaculada Concepción. En los laterales de la composición, figuras de San Antonio Abad y Santa Bárbara.
