Cabizbajo el delegado repasa todas las propuestas que quiere llevar al Consejo de Estudiantes. No le ha dado tiempo a dejar la mochila. Va tan ensimismado que apuesto a que si sube a la galería acristalada ni verá los peculiares “grafitis” de color añil. Los inscribió un grupo de universitarios del siglo XVIII. Y hoy sus “vítores” forman parte del patrimonio… Entonces era el Colegio Menor de la Inmaculada, aunque tradicionalmente se piense que allí estuvo el cisneriano colegio menor de Santa Catalina o de los Físicos y de los Artistas. En realidad éste fue uno de los siete que se reagruparon en las instalaciones del callejón de Santa María. Se fundó en 1513 en el edificio que ocuparía el cuartel del Príncipe.
El proyecto de la ciudad universitaria de Cisneros ordenaba, además de la creación del Colegio Mayor de San Ildefonso, 12 colegios menores, uno en honor de cada apóstol. Aunque luego su advocación fuera otra. El de Santa Catalina daba albergue a 48 estudiantes pobres de física, metafísica y artes. Aquí ya no resta horas de sueño ningún colegiado sin recursos, pero de vez en cuando, cuando se reúne el consejo, se habla de becas…
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