Quién no ha caído nunca en la tentación de, con un pequeño salto, traspasar la línea de las cadenas para luego alejarse con las manos en los bolsillos y una sonrisa fruto de la satisfacción por haber traspasado un límite y no haber sido descubierto. Pues cada vez que paso junto a estas cadenas lo hago, lo confieso. No tiene mayor trascendencia o no tanta como para los tatarabuelos de nuestros tatarabuelos. Un día marcaron la frontera de la jurisdicción universitaria. Son un símbolo más de los que encontramos en la portada de la Universidad de Alcalá.
Varios personajes jalonan la fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso simbolizando la salvación de los estudiantes a través de la sabiduría y del estudio de las Sagradas Escrituras. Así, en la ventana central del segundo piso soldados alabarderos defienden el conocimiento y dos atlantes sustentan las columnas, con el mismo esfuerzo que se espera de los alumnos por alcanzar la sabiduría. En el frontón, San Pedro con las llaves y San Pablo con la espada son símbolo del conocimiento más espiritual y filosófico. Otra de las alegorías más llamativas es el cordón franciscano en el arco de la puerta de acceso y en las calles centrales de la fachada. Representa los votos de pobreza, obediencia y castidad. Votos a los que debía someterse todo profesor y estudiante al traspasar la fila de columnas y cadenas. Esos mismos eslabones que hoy he vuelto a saltar pero con un respingo…
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Todo este 2018, cada semana Rubén nos deja una foto con motivo del XX Aniversario de Alcalá como Ciudad Patrimonio de la Humanidad.
