Hace ya algunas semanas que recorrimos los soportales de la calle Mayor buscando las mirillas del Medievo. Muy cerca de una de ellas, a la altura del número 37, encontramos una de esas puertas al pasado. Puerta en sentido literal porque era uno de los accesos a la Sinagoga Mayor de la Alcalá de las tres culturas. De aquella sólo queda el recuerdo de su peculiar empedrado y la evocación de su nombre como Corral de la Sinagoga. Como la Sinagoga Menor de la calle Santiago, desapareció. Un incendio destruyó el principal templo de estudio y oración judío.
Imaginamos los pasos apresurados a través del pasadizo para acudir a rezar el kadish a la Sinagoga. Entre ellos, probablemente, nombres ilustres como el escritor Ménahem ben Zérah, autor de una historia titulada Seda la-derej -“Viático para el camino”- o Alfonso de Alcalá, lingüista que participó en la realización de la Biblia Políglota Complutense, la primera edición impresa de la Biblia en varias lenguas. Símbolo del humanismo cristiano del Renacimiento y testimonio del legado de Cisneros en Alcalá.
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